miércoles, 15 de enero de 2014

VIII Congreso: pataleo y otros cuchicheos



8vo. Congreso del Partido de la Liberación Dominicana Comandante Norge Botello
Norge Botello
Durante mucho tiempo la carne de pollo era vendida en carnicerías improvisadas en cualquier esquina de la capital. El escenario de dicho negocio estaba conformado por una mesa humilde, un anafe, un «peso» (balanza), y una lata de aceite de las grandes.

El pollo era tomado firmemente con la mano izquierda por el tronco de las alas y con el puño de la mano derecha se le propinaba un fuerte golpe sobre el lomo que en la mayoría de las ocasiones ocasionaba deyecciones  sobre la acera, acto seguido se arrojaba el ave sobre el piso, donde se le daba el chance de patalear hasta morir. Luego se sumergía en la lata que tenía agua hirviente y se desplumaba para su posterior venta por libras.

Pienso que de un contexto como este se toma el término «patalear» para referirse a las protestas, denuncias y acusaciones de fraude que suelen hacer los políticos en República Dominicana cuando sufren una derrota electoral.
En nuestro país, noble y amable como ninguno, se reconoce como un derecho, y así se denomina: «Derecho al pataleo», aunque en el PLD, dada su cultura de ventilar hacia dentro los conflictos, este rasgo cultural no es bien visto.

El «derecho al pataleo» es ejercido por quien ha sido golpeado, vencido. Por eso entre nosotros es tomado como un indicio inequívoco de derrota, sobre todo porque para los dominicanos «el palo dao ni Dios lo quita». Esta visión es el triste resultado de una historia de impunidad.

Tras los primeros resultados del proceso de elección de miembros al Comité Central del PLD escuchamos todo un coro de voces ejerciendo su «derecho al pataleo», es decir, alegando fraudes, irregularidades e inmoralidades. Un triste sinfín de cosas que usted sabe que quien las está denunciando las hizo o las quiso hacer, pero con menos suerte.

Es un berrinche que nos desluce, nos desgasta, nos desacredita, nos disminuye. 

Debemos ponernos de acuerdo para erradicar la cultura del fraude, la cultura del «palo dao» y la cultura del «pataleo», aunque mientras tanto lo cierto es que hubo fraude, el palo está «dao» y hay «pataleo».

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