Alfonso Caraballo |
En un hipotético mundo al revés los aspirantes
a ocupar una posición electiva competirían por tener una mayor tasa de rechazo
que la de sus competidores. Entonces en vez de aparecer con una amplia sonrisa,
abrazando niños y envejecientes, se harían fotografiar con un rostro de piedra,
pateando a sus electores en el impúdico lugar ubicado al final de sus espaldas.
Pero, afortunadamente, la realidad no se comporta
según esos perversos parámetros.
Un candidato es más bien como un carro de
carrera que procura llegar primero a la meta.
Un candidato con una alta tasa de rechazo, debida
a que el electorado no se identifica con él o porque le precede una gestión
pública sin impacto favorable, es como un vehículo bajo el mando de un freno.
El mecanismo electoral es simple. Un político
con una gran tasa de rechazo muere pichón, pues facilita el trabajo de su contrincante
de captar ese rechazo a su favor, y esa debilidad es todavía mucho más
dramática si ese contrincante cuenta entre sus fortalezas con la simpatía natural.
Eso pasó, por ejemplo, con José Francisco Peña
Gómez, que pese a ser el líder dominicano con mayor arrastre, debido a su alta
tasa de rechazo bastó con que apareciera en su camino un joven con una imagen
fresca para que aglutinara en torno suyo a ese electorado insatisfecho y lo
venciera.
En el caso de Santo Domingo Este tenemos otro
ejemplo en Luis Alberto Tejeda, un joven empresario que en su primera incursión
en política logró tantas simpatías que no solo le ganó con gran ventaja al
veterano político que monopolizaba el electorado de la circunscripción 2 del
municipio hasta ese momento, sino que hizo posible que con la avalancha de
votos que movilizó, el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) lograra el récord
histórico de ganar tres diputaciones, por primera vez en esa demarcación.
¿A qué se debe este fenómeno?
Creo que en buena medida se explica por las
características personales de un dirigente calificado como el Caballero de la Política:
su trato afable, respetuoso hasta de sus más enconados adversarios.
Luis Alberto logra transmitir con gran carisma
la imagen de un político que se abre paso con una sonrisa sincera, con propuestas
para enfrentar los problemas que aquejan a sus electores y sobre todo, con con propuestas sinceras.
Es por eso que logra aglutinar el apoyo entusiasta
de dirigentes de todas las tendencias de su partido, que más allá de las
diferencias de grupo, lo perciben como un factor de unidad y triunfo.
Y es también por eso que es el único en
conseguir que dos de los diputados del municipio, Domingo Baret (Francis Gas) y
Luis Henríquez, se desprendan con generosidad de sus aspiraciones a la alcaldía
y lo apoyen a él.
Y ese magnetismo no se agota en su parcela política,
porque eso no es suficiente para que el PLD retenga la alcaldía de Santo
Domingo Este.
El especial carisma del diputado más votado en la
provincia de Santo Domingo trasciende las fronteras partidarias y logra encantar,
porque no hay una palabra más precisa, a las mujeres, jóvenes, líderes
comunitarios y religiosos, fuera de los linderos de su partido.
En conclusión, si las leyes del mundo político siguen funcionando
como siempre, y más aún cuando se trata de elegir a un candidato ganador, la
simpatía le gana a la antipatía, y los corazones de los electores saben
identificar su mejor opción, la que tiene mayor aceptación y mejores propuestas,
nunca la que carece de ellas, si de lo que se trata es de ganar democráticamente
un certamen electoral.
Que nadie se llame a engaño. Después de
gobernar por tres períodos electorales consecutivos la importante plaza de
Santo Domingo Este, el momento exige que el PLD presente su mejor carta de triunfo,
la más potente y con mayor aceptación popular para volver a ganar la confianza
de sus electores.
Esa carta tiene un nombre: Luis Alberto Tejeda.
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