Domingo Jiménez Alfonso Caraballo |
Poco tiempo después el licenciado José Cabrera celebraba una reunión donde comunicaba las líneas discursivas a implementarse en torno a la precandidatura de Medina.
En esa reunión yo informé que no me consideraba parte del equipo porque, específicamente el licenciado José Cabrera, de hecho me había excluido pues hacía tiempo que no me tomaba el teléfono, no me convocaba a las reuniones y no podía contar con él para resolver ningún tipo de problema.
Yo, usando mi «libertad de pensamiento», decidí apoyar la eventual candidatura de Leonel Fernández, aunque recientemente me habían cancelado del gobierno.
Fue entonces cuando empecé a tratar personalmente a Domingo Jiménez, él coordinaba el equipo de presidentes de Comité Intermedio y otros dirigentes que se identificaban con Leonel Fernández.
Aunque el doctor Jiménez es un viejo dirigente del PLD, en la circunscripción número 2 de Santo Domingo Este, su demarcación, se le objetaba motejándolo de «aéreo» y poco comprometido con las bases del lugar.
Él se vendió como un dirigente diferente, decía que no buscaba «borregos», que trabajaba en torno a «coincidencias», en contraposición abierta al estilo de trabajo basado en el acatamiento de «líneas», vocablo con el que se hace alusión a directrices trazadas desde arriba, de manera unilateral, acatadas abajo de manera servil, sin analizarlas, y muchas veces sin sintonizar con ellas.
Muchos compramos ese discurso, necesitábamos un liderazgo que respetara el don más preciado con el que puede contar un ser humano: el derecho a decidir usando su raciocinio, su sagrada «libertad de pensamiento».
Recuerdo que en aquella ocasión se me aproximó la ingeniera Alexandra Peña, cercana colaboradora de Domingo y me expresó su deseo de hablar conmigo. Puso tanta cautela, tanto tacto y misterio en su petición que llegué a pensar que se me iba a declarar, pero no, llegado el momento me formuló una pregunta: ¿Le gustaría trabajar con el doctor Domingo Jiménez? Le respondí que sí.
Conmigo ingresaron a dicho equipo: Víctor Sánchez, Ramón Betances, Juan González, Daniel Pérez, María Altagracia Mercedes Medina (Kati), Walkidia Medina Koreanne y muchos otros que ahora, de repente, no recuerdo.
Todos entramos a trabajar, a aportar ideas, liderazgo, legitimidad local, fondos, defensa, artículos periodísticos, etc.
Nosotros somos fundadores del Comité Intermedio Amín Abel Hasbun del barrio Puerto Rico de los Minas, competimos con los legendarios dirigentes Álvaro González y Leonte Ramírez, por la presidencia de dicho organismo y la ganamos en buena lid. Luego, fruto del trabajo intenso y constante ese intermedio se multiplicó, dando lugar al surgimiento de otro que pasó a ser presidido por la compañera María Gallard.
Dirigimos en nuestra área los procesos electorales del año 2000, 2002, 2004, 2006, 2008, 2010 y 2012 y sus correspondientes procesos internos, incluyendo el VIII Congreso Comandante Norge Botello.
Creemos que eso nos hace merecedores de un empleo en el Estado sin que tengamos que agradecerlo eternamente, de rodillas, como esclavos sin redención posible, tanto o más que Alexandra Peña, Raiza Herrera, Roberto Roche, Idiana, Victoria, Judith, Juvenilia Sosa, Emerson Vegazo…
De modo que nos se nos ha regalado nada. Hemos trabajado, arriesgando incluso la vida, por el PLD, tanto desde el gobierno como desde la oposición.
Cuento todo esto porque creo que la historia, de alguna extraña manera, se repite.
En el momento que escribo este artículo vivo, otra vez, la experiencia de la «excomunión» velada, dejada entrever, pero revelada por el patrón subyacente de llamadas no contestadas, solicitud de reuniones hecha hace seis meses no respondidas, twiteos con zurrapa…
Hoy se me ha invitado a una reunión en la OFAC, la oficina comunitaria del Doctor, en la cual se repartirán boletas de una rifa para recaudar fondo, hoy volvemos a existir como por arte de magia…
¡Que cachaza!
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